VENDIMIA ELECTORAL

VENDIMIA ELECTORAL

En medio del otoño, cuando la embriagadora vendimia presagia en los toneles el milagro de las cepas, las publicitarias ondas nos invitan a un reencuentro con el nuevo vino renovado que espera anhelante el odre viejo. Así va a suceder hoy, cuando las urnas ofrezcan su añeja madera de roble a los futuros regidores del país que se destilen en ellas.

Pero una envejecida barrica, por sabia que sea, no garantiza buen vino, porque la mala uva fermenta indigestos caldos. Esto lo saben muy bien los celosos viticultores que protegen los racimos, para evitar que las plagas malogren la gran fiesta de la vendimia. Eso esperamos los ciudadanos que hagan los inmediatos dirigentes cuando nos inviten a saborear el nuevo vino ofrecido por los vencedores.

Los nicholases tomalines, protagonistas de la nueva etapa han de tener astucia de roedores para librarse de las cochinillas, que clavarán su pico para chupar la savia, decolorando la ética política.

Los nuevos diputados tienen que resistir tentaciones malsanas y eliminar a los pulgones, porque caer en la primera trampa significa quedar preso para siempre.

Los ministros han de conservar la memoria ante la filoxera política, que pretenderá cambiar las palabras, manteniendo intactos intereses privados y malas intenciones.

Los comentaristas y sabelotodo deberán clavar su pluma en la polilla, para evitar pudriciones en la tribuna pública.

Y el viñadero mayor pondrá cepos a los pajarracos que pretendan sacar tajada picoteando las uvas, anhelado fruto del esfuerzo colectivo, para que puedan creerse apasionadamente proyectos de interés común que a todos afecten, desterrando a quienes se benefician del sudor ajeno y especulan con el hambre de los demás.

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