Un hogar no se construye con arcilla, piedra caliza, hierro forjado, madera y bassanita, sino con ladrillos de esfuerzo compartido, cemento solidario, ventanas de libertad, techo sostenido entre todos y puertas abiertas a un amor duradero alimentado diariamente con miguitas de tolerancia, respeto, comprensión, perdón y potitos de generosidad que ayuden a superar diferencias, problemas y sinsabores.