Tras escuchar las palabras enlagrimadas de una amiga, compruebo que cuando el desamor llega de puntillas y sin previo aviso, entonces sabotea el bienestar con espinas en la mano; ocupa distraídamente todo el espacio interior; cierra las puertas por dentro; clausura las ventanas; abre rendijas al insomnio; sella los respiraderos; paraliza la voluntad; ennegrece el futuro; nubla la vista; y pone vertical la vida de quien se mantiene en el amor.