APALABRADOS
Apalabrar es el concierto que hacen las personas de palabra, por el cual se comprometen a mantener entre ellas un determinado compromiso, quedando apalabrados los sujetos que sellan el pacto. Pero también, apalabrados es un divertido juego virtual con el que pasan el tiempo algunos diputados populares de la comunidad de Madrid, despreciando el dolor de los enfermos, la indignación de los sanitarios y el desacuerdo de los madrileños con la privatización de la sanidad que se estaba votando, mientras esos dos caraduras jugaban despectivamente con el sufrimiento de quienes les han sentado en una poltrona que no merecen.
Pero no es lo más grave que Bartolomé González y María Isabel Redondo hayan cometido un pecado político tan vulgar, trapacero, vasto y grosero, sino que la petición de clemencia solicitada por ellos les haya sido concedida, sin tener en cuenta que su delito no merecía el perdón político otorgado.
Este nuevo ejemplo de perversión democrática que ha permitido asociar al pecado político el inmediato indulto, redimiendo a los burladores de la expulsión inmediata del escaño, hace pensar en apalabramientos y chantajes internos que justifiquen la impunidad de tales acciones, eximentes del castigo y penitencia que merecen.
Las palabras de la apalabrada María Isabel Redondo: “Lamento mucho lo sucedido. No volverá a suceder. Lo siento”, nos recuerdan las que indultaron de su castigo al rey, exigiendo la diputada el mismo perdón concedido al monarca, porque la justicia política debe ser igual para todos. ¿O no?, pregunta la señora.