EXILIO INTERIOR
No sólo cierro el periódico, también apago la televisión, desconecto la radio, pongo tapones en los oídos y me protejo con una coraza para evitar las salpicaduras de los excrementos sociopolíticos que arrojan cada día los responsables directos de toda la porquería que nos está cayendo encima desde las cloacas políticas, financieras y empresariales.
La jornada de ayer alimenta la impotencia y pone a prueba de revolución la indignación popular, simplemente con leer la primera página de los periódicos, ver titulares televisivos o escuchar noticieros de diferente color, porque todos lanzan al aire los mismos despojos de una sociedad en decadencia.
Resulta que el señor Ferran, expatrono de los patrones españoles es un delincuente al que han entregado un kit de higiene personal en la cárcel de Soto del Real como reconocimiento a sus méritos de estafador universal.
El informe elaborado por la Fiscalía Anticorrupción ratifica que doña Espe financió ilegalmente las campañas electorales que la llevaron a la Real Casa de Correos, antigua Dirección General de Seguridad de “Billy el Niño”.
El ejecutivo europeo reconoce la existencia de paraísos fiscales donde los causantes de la crisis tienen a buen recaudo todos los millones de euros defraudados a los ciudadanos que pagan puntualmente sus impuestos.
Los sanitarios de la marea blanca, pasean con sus batas negras de dolor la indignación por las calles, doliéndose por los enfermos que van dejando su vida en el tortuoso y homicida camino marcado por los recortes.
La empresa que organizó la tragifiesta del Madrid Arena está vendiendo entradas para la macrofiesta de nochevieja en la Cubierta de Leganes, habiendo ciudadanos que las compran y autoridades que permiten su venta.
Finalmente, los políticos permanecen inmóviles en su sitio, sin pedir cita en la consulta del otorrino para librarse de la sordera social que les impide oír el clamor popular contra ellos, su pasividad y sus privilegios.
Todo ello ha sucedido en un sólo día, y es demasiado para la sensibilidad de este bloguero que opta por el exilio interior para librarse de morir ante la pantalla, de un ataque encolerizado de indignación.