¿PACIENCIA O BARRICADAS?
En plena campaña electoral mi voluntad se mueve confusa entre aguantar pacientemente los envites que van a llegarnos de los mitineros, o pedir ayuda a los vecinos para montar barricadas, preludio de una revolución que nos lleve a tomar la bastilla política, hoy en manos de ineptos esféricos, es decir, personas incapaces por donde quiera que se las mire.
La razón que gobierna mi cerebro orienta las neuronas por el recto camino de la cisura de Rolando donde las leyes democráticas tienen el asentamiento, sugiriéndome paciencia, es decir, capacidad para sufrir y padecer lo que venga, sin alterarme. Pero el instinto que mueve mis vísceras, alienta en el corazón latidos revolucionarios contra una campaña electoral que va a llevarse de nuestros bolsillos ¡41 millones de euros! – que tiene bemoles la cosa – impulsándome a montar parapetos que impidan el paso de los vividores a costa del sudor ajeno.
¿Es momento de paciencia o de confrontación abierta contra la política que hacen nuestros políticos, sin duda alguna los más corruptos e incapaces de nuestra historia?.
Dando paso a la razón, puedo decir que en estos momentos necesitamos masivas dosis de paciencia. Preciado elixir que nos ayudará a soportar la que se nos viene encima en los próximos días. Paciencia para no responder con violencia al despilfarro y la farsa que llegará a diario a nuestras casas, perfumada con el cinismo del agua milagrosa procedente del mismo manantial que blinda mercenarios columnistas y pone micrófonos en sus manos para justificar lo injustificable.
Pero si abro las esclusas de mis venas, el caudal de indignación acumulado me pide montar barricadas en todas las autovías, carreteras y caminos vecinales por donde vayan a pasar las caravanas electorales. Si doy voz al instinto, el cuerpo reclama mi voluntad de reventar los mítines y bloquear las cuentas corrientes de quienes sobrevuelan por encima de la crisis después de fumigarnos con ella.
¿Barricadas o paciencia? That is the question, que diría don Guillermo por boca del príncipe de Dinamarca. ¿Es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera política o armarse contra un mar de adversidades y darle fin en el encuentro?
Esta es la cuestión que yo dejo hoy en mi bitácora, teniendo muy clara la respuesta.