INSOLIDARIDAD Y DISCRIMINACIÓN
A veces pequeños gestos ponen de manifiesto actitudes contrarias a la ideología que se dice profesar, y ciertas conductas “corporativas” denuncian falsas convicciones en quienes afirman defender lo contrario de aquello que practican.
El socialismo histórico ha tenido siempre por bandera solidarizarse con las personas menos favorecidas, pero los tiempos cambian y ahora los modernos socialistas se identifican más con sus líderes que con los trabajadores, y los parlamentarios de la rosa no se cortan en expresar su solidaridad corporativa con un colega, sin importarles los empleados subalternos que les llevan vasos de agua a la tribuna para enjuagarse la boca, cuando alaban al ministro que más chascarrillos político-económicos ha sacado de la chistera. Espero con ansia su novela de ficción «Influencia del uso de la corbata en el incremento del gasto energético».
La frivolidad política cometida es lamentable, pero el delito moral es doblemente detestable. No es de recibo democrático la discriminación que se está perpetrando en el Parlamento español, exigiendo a los ujieres llevar corbata en la Casa Madre – ¡bajo amenaza de sanción! -, permitiendo el descorbatamiento a ministros, parlamentarios, periodistas, invitados y visitantes.
Pero descalifica aún más a los compañeros socialistas que algunos se hayan presentado ayer en el Congreso sin corbata para ¡solidarizarse con el ministro!, cuando parece más “socialista” acudir a las comisiones y sesiones con corbata, en solidaridad con quienes están obligados a llevarla, aún en contra de su voluntad.
Es insultante que esto suceda en el Parlamento sin que nadie tome decisiones para evitarlo, pero más indignante es que los socialistas permitan tal discriminación protocolaria y, – lo que es más grave -, tengan gestos de solidaridad con quien no la necesita, sin poner la atención en quienes están sometidos a unas normas discriminatorias.
La responsabilidad política y laboral de los diputados es superior a la exigida a los ujieres, pero la dignidad de su trabajo y las condiciones formales del mismo deben ser iguales para ambos colectivos, sin discriminación alguna.
Execrable que se obligue a los ujieres guardar unas formalidades y presencia física, de las que se exime a quienes más debían respetarlas. Y condenable la actitud de los ¿socialistas? que han optado por solidarizarse con el ministro sin mirar para los porteros, ni atender las peticiones de disciplina y respeto solicitadas por el compañero presidente, poniendo en evidencia una fractura interna que no beneficia al partido, lo que hace pensar que a muchos de ellos les importa poco el naufragio del barco si ellos consiguen un chaleco salvavidas.