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Mes: mayo 2011

ERNESTO SABATO

ERNESTO SABATO

ERNESTO  SABATO

Todas las crónicas han cometido el error de anunciar la muerte del escritor Ernesto Sabato, – al que todos llamamos Sábato -, porque el autor de “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abaddón el exterminador”, había fallecido ya hacía tiempo, dejándonos su obra literaria colgada en las estanterías domésticas.

Lo que no han voceado bastante los pregoneros ha sido el compromiso ético de este provinciano bonaerense, ejemplo de honestidad y de lucha para que aparecieran los desaparecidos.

Pero este anarcocristiano también ha desaparecido, para desgracia de la raza humana, dejando perpetuamente decapitada la Comisión de Desaparición de Personas, aunque vivan para siempre y mantengan eternamente su vigencia las páginas que dejó escritas en el informe “Nunca más”.

No encuentro mejor forma de expresarle mi respeto y gratitud por su testimonio y fe de vida, que difundir aquí el poema que a él dedico con el título “Mayo tiene una plaza”, que podéis encontrar en la página Poemario de este blog.

 

ANASTROLÁCICO

ANASTROLÁCICO

ANATROLÁCICO

Agradezco en esta entrada al infantil vecino de la pedanía valenciana de Borbotó su esfuerzo por aumentar nuestro vocabulario, ya que las palabras, gestos y actuaciones de este abogado venido a más por el milagro político, ponen en evidencia las limitaciones de nuestro léxico, obligándonos a definir nuevos términos en el diccionario que expliquen sus comportamientos.

La anástrofe es una inversión en el orden de las palabras de una oración para conseguir un determinado efecto, pero si la finalidad pretendida es inducir a error o engañar haciendo afirmaciones falsas con apariencia de verdad, entonces las cosas cambian. Es decir, cuando se intenta hacer bueno un razonamiento falso, la trampa se llama falacia. Por eso la nueva figura literaria que define la actitud de este sofista de nuevo cuño recibe el nombre de anastrolacia, y él, como practicante modélico de tal doctrina polítiquera, que ejerce su oficio ataviado con adefesios benefactores de intereses propios camuflados en donaciones inexistentes, merece llamarse anastrolácico, paradigna del cinismo y la cara cementada.

Para que nos entendamos, si este politiquero en cuentión silogiza con dos premisas diciendo: yo soy político y doy dinero para luchar contra la corrupción, es fácil cometer el error de concluir que quien lo dice es un político honrado, aunque no lo sea, como parece intuir el juez que le investiga, por mucho que el silogismo se empeñe en engañarnos.

Venga, no vamos a ocultar más la noticia. La decisión del presidente de la Generalitat valenciana de enviar seiscientos mil euros a Sudamérica para luchar contra la corrupción, ha provocado un colapso en los centros sanitarios de la comunidad que dirige, bloqueando los servicios de urgencia de los hospitales porque a medio país valenciano se le han desencajado las mandíbulas por las carcajadas que ha provocado su decisión. Y la otra mitad de ciudadanos, incluyendo a sus tiralevitas, están en tratamiento psiquiátrico por la irritación que les ha producido un insulto de tamaña magnitud, habiéndose quedado los sanatorios de la ribera del Turia sin camas libres.

Así son las cosas y así tengo que contarlas a quienes abren cada día esta ventana con la esperanza de encontrar comentarios menos desgraciados, porque a nadie le agrada saber que miles de conciudadanos están en un estado de shock de consecuencias impredecibles.

Ahora queda por saber cuál va a ser la reacción de los afectados cuando recuperen la movilidad de sus mandíbulas y el entendimiento. Pero la lógica mental, el sentido social común y el respeto a uno mismo debería condenar a galeras la arrogancia y el desprecio con el que Paco Enrique fustiga la inteligencia de sus administrados.

No estaría mal que los votantes botaran de una vez a semejante botarate y los militantes populares salvaran la dignidad de un partido que este dirigente no ha sabido mantener, aunque siga gobernando el país de las flores, de la luz y del amor, que tanto ama y disfruta periódicamente quien esto firma, en compañía de los buenos amigos que allí tiene.

 

INMIGRANTES

INMIGRANTES

INMIGRANTES

La entrada de hoy iba dedicada a una realísima boda de la que no hemos tenido noticia alguna. Ya estaba escrita con ironía y ánima republicana, cuando se cruzó en mi camino el relincho de una señora enviando a su país a dos repartidores extranjeros que buzoneaban propaganda en los portales para llevarse un mendrugo de pan a la boca.

Pedí simplemente a la madama respeto a las personas y al trabajo que hacían, marchando a casa cabizbajo recordando mis largos años de emigrante de lujo y las penalidades sufridas, a pesar de tener asegurada vida fácil, buen salario, apoyo institucional y protección oficial.

Quisiera haberle dicho a tal señora que bajo la piel de aquellos inmigrantes  circulaba su misma sangre, latía idéntico corazón y su alma guardaba los mismos sentimientos. Le hubiera hablado del instinto de supervivencia, del hambre que reseca la piel y le hubiera recordado que algunos de ellos han venido con sus mujeres e hijos. Otros con un amigo para compartir juntos las penas. Y gran parte llegaron solos, huyendo de una obligada bulimia, de enfermedades endémicas y de perpetua miseria en sus países de origen, donde el azar les había condenado a vivir, porque nadie decide la cuna ni expresa siquiera el deseo de venir al mundo.

La señora debe saber que muchos hicieron el viaje en cascarones funerarios, llegando a nosotros con ojos enrojecidos de tanta lágrima, tanto mar y tanto viento, buscando una patria redentora que les redimiera de la pobreza, trayendo sus costumbres, sus canciones, sus bailes, sus juegos, sus dioses, sus imperfecciones, el olor de su tierra y la torpe pericia de un oficio aprendido de sus padres para sobrevivir en un ambiente hostil, donde se abren paso siendo muchos de ellos explotados por mercaderes del infortunio.

Son los inmigrantes trabajadores aptos para cualquier trabajo no cualificado, sin especialidad alguna, ni título acreditado. Expertos en el sacrificio diario y en la renuncia permanente al mínimo lujo, llegando incluso a perder sus nombres al ser deformados en boca de vecinos, patrones, policías y vendedores.

No debe importarnos de donde vienen sino hasta donde podemos llegar juntos, compartiendo el mismo cielo, el mismo pan, el mismo vino, el mismo aire y el mismo suelo, con la misma entrega que nuestros hijos comparten juegos, sonrisas, aficiones y esperanzas con los de ellos, hasta llegar a conquistar unidos el futuro, respetando nuestras mutuas diferencias.

Han venido hasta aquí acortando el indigente camino del dolor a través de océanos y desiertos, con la obsesión de regresar a la tierra que les vio nacer, pero muchos compartirán cementerio con nosotros, siendo llorados por sus compañeros en el idioma natal que conservarán siempre, sin llegar jamás a aprender bien el nuestro, salvando a los que vienen del cono sur americano.

Aquí tendrán hijos y nietos, que curaran a nuestros hijos, proyectarán nuestras casas, fabricarán muebles y cultivarán el trigo que llevará el pan a nuestra mesa, terminando por hermanarse con la tierra de acogida sin olvidar su procedencia y recordando con admiración al abuelo que un día se jugó la vida en la patera o la deportación en la aduana para darle a ellos el futuro que la suerte les había negado.