POETA DEL PUEBLO

POETA DEL PUEBLO

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El 28 de junio de 1870, nacía en el pueblecito salmantino de Frades de la Sierra el poeta del pueblo Gabriel y Galán. Maestro rural, hombre melancólico, alma sensible, católico profundo y enamorado del campo, que huyó de la modernópolis madrileña en busca del refugio amparador de las mieses.

Su amor a la rica terrateniente Desideria le hizo abandonar la escuela donde educaba sus hijos espirituales, para hacerse hijo adoptivo de Guijo de Granadilla, mientras administraba El Tejar, una de las grandes tierras heredadas por la esposa, con tiempo para escribir versos rurales en castúo, con voces deformadas por la tradición popular extremeña, como el “Cristu Benditu” que abre sus extremeñas, en homenaje a su hijo Jesús Gabriel.

Los Juegos Florales salmantinos de 1901 le abrieron las puertas del parnaso poético con “El ama”, confesando que en el hogar fundaba la dicha más perfecta que hizo suya siendo como su padre era y buscando entre las hijas de la tierra, una mujer como su madre, recibiendo el abrazo de Unamuno, su amistad y apoyo incondicional, hasta la prematura muerte que le sorprendió cuatro años después, en la esperanzadora juventud de los 34 años.

Pero antes de emprender el gran viaje, nos dejó como legado poético sus “Castellanas”, “Campesinas”, “Nuevas castellana” y “Religiosas”, con poemas de singular belleza a ras de suelo, oleadas de trigales preludio de literario pan candeal, devotos terrones de nobleza rural, hermosas ramas de fruta rimada  y manantiales donde saciar la sed de espiritual belleza.

Un comentario en «POETA DEL PUEBLO»

  1. Amigo Paco, me alegro ver y leer el recuerdo que has traído de Gabriel y Galán, un poeta tan nuestro, tan del pueblo y con el que una generación de salmantinos, especialmetne los más humildes, la gente del pueblo, aprendió a leer.
    En el año 2005, año del centenario de la muerte de Gabriel y Galán, de los doscientos cincuenta de nuestra Plaza Mayor, pedí en reiteradas ocasiones que una de las enjutas de nuestra querida Plaza, llevara un medllón de nuestro querido poeta. Son muchos los argumentos que se pueden esgrimir para que se le haga esa justicia, pero no entraré en ninguno de ellos. A mi no me hicieron caso quienes podían hacerlo. Tal vez tu, con tu mayor influencia, puedas ejercer alguna fuerza para que veamos realizada esa pretensión. Estoy seguro que serían muchos los salmatinos que secundarían esta propuesta y que se alegrarían de ver ese medallón en nuestra Plaza.

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