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IN MEMORIAM

IN MEMORIAM

Tuvo Manuel Calvo Úbeda corazón grande, honestidad en bandolera, sabiduría con toga, alma generosa, cultura inquieta, memoria para el olvido, ágil pluma, espíritu disconforme, talento sustancial, vitalidad oratoria y fortaleza acorazada para luchar por la justicia.

Siendo la muerte inseparable de la vida y consecuencia de ella, no es posible acomodarse a su presencia por más que anuncie con antelación la visita, sin sublevarnos ante nuestro efímero paso por el mundo, sabiendo que impondrá su negra voluntad a nuestra inalcanzable aspiración de eternidad.

En el cementerio de cruces que guardo en el corazón desde niño, donde reposan las personas queridas que han partido, clava hoy la parca su estaca poniendo un aspa en la vida de mi querido Manolo, con vocación de permanencia en la memoria de quienes tuvimos ocasión de convivirlo, amigarlo y disfrutarlo, cuando entre nosotros estuvo.

Un nuevo manotazo tan cercano como certero, nos ha hecho rodar por la desesperanza, ante la huida de quien tuvimos cerca estimulando nuestro ánimo con tertulias inacabables, certeras reflexiones, generosidad de alma, sabia cordura y respetuosa discrepancia, que pincelaron de amistad nuestro camino hacia la paz y buen entendimiento.

Fue Manolo hombre de bien en su caminar por la tierra, que seguirá peregrinando en la memoria de quienes compartimos su vida, negando resurrecciones en consoladores paraísos celestiales, anunciados por el profeta en infantiles catequesis, sin propósito de enmienda.

Incansable en su empeño por estrechar amigos y enlazarlos, reunía a los jesuses con afanoso celo en el café mediamañanero del Bianco, donde acudía este intruso cariñosamente acogido y requerido para compartir fraternal tertulia, con receta asada de manzana reineta que el hortelano brindaba, tras cambiar la secretaría judicial por tierra jerteña.

Murió Manolo sin hacer públicas las cuartillas escritas durante años, hoy dormidas en carpetas precintadas por el silencio, donde hablaba sobre los grandes temas de la vida, como me dijo por teléfono poco antes de morir, advirtiéndome que la vida era simplemente un usufructo del cual gozábamos pasajeramente hasta que la parca nos llevaba al país de nunca jamás, donde el sueño imposible vigila la frontera para impedirnos llevar al otro lado lo que no sea recuerdo en la memoria de quienes nos amaron.

Ocupan espacio en mis estanterías varios libros puestos allí por él, y es buen momento para releer juntos el “catolicismo comentado a las ovejas”, y sonreírnos con respetuoso humor de lo contenido en sus renglones, como hicimos algunas tarde estivales en nuestras vecinas residencias de Varikyno, parando el tiempo en los relojes y haciendo de la tertulia un monte de Tabor donde agrupar a los buscadores de esperanza alejados de su paradero.

Hoy también doblan las campanas por muchos de nosotros viendo marchar a un gran humanistas de la abogacía salmantina, lector incansable en su tebaida doméstica, donde María Pilar puso todo lo necesario para hacer hogar, en medio de querellas, reclamaciones, herencias, defensas, capitulaciones, arbitrajes, representaciones y sentencias, entremezcladas con noches de insomnio, infatigable trabajo, decepciones judiciales, fatiga crónica, renuncias familiares, … y grandes satisfacciones, hasta hacer del despacho un santuario, donde el patriarca hubiera querido morir con un legajo entre las manos.

Vaya el testimonio público de sincera gratitud por su amistad, mi respeto a su honestidad profesional, la admiración a su obra, mi gratificación por su estímulo constante, el devoto reconocimiento a su empeño en leer mis libros y la gratitud por revelarme secretos de su alma grande, sin merecer por mi parte tanta generosidad.

Pierde Salamanca un talento natural, experto jurista, escritor anónimo, vecino singular, mentor de aprendices, juicioso ciudadano y sabio vital, que con su testimonio de honradez personal y celo profesional supo conciliar seriedad y simpatía, detestando el caciquismo para darnos oportunidad de seguir sus pasos.

Hijo de Miróbriga, que emigró a la capital norte arriba tras pasar por el seminario, en busca de futuro, conquistado en territorio hostil, siendo hombre machadianamente bueno que desafió el futuro con toga recién estrenada, sin padrinos, mecenas ni patronazgos.

Enemigo de pompas, vanidades, chatarrería social, halagos gratuitos y escaparate. Amante de la amistad y defensor de la verdad, hizo Manolo del trabajo su deleitosa religión esforzándose a ello cada día en incansable horario, acuciado por la gran pasión de su vida, a la que todo dio y de ella fue deudor, levantando con su trabajo un futurista puente a Eduardo, Elena y Charo, dignos continuadores y albaceas de su legado.

Como saben los que conmigo están, se me ha muerto de un zarpazo Manolo Calvo, prestigioso jurista, corazón descreído y hombre honrado, con quien tanto conversé, ideas compartí, deshonestidad condené, cinismo reprobé, noticias comenté y amistad disfruté, convencidos ambos que la vida es usufructo pasajero, obligándonos la muerte a emprender el gran viaje sin llevarnos nada de lo logrado y ligeros de equipaje con don Antonio, casi desnudos, como los hijos de la mar.

ME HAN HABLADO DE DIOS

ME HAN HABLADO DE DIOS

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Un entrañable amigo sacerdote – por ese orden, primero amigo y luego buen cura – me ha hablado de Dios y de la fe necesaria para alcanzar la fe en lo imposible de percibir por otros medios que no sea creer-crear lo que no vemos, asegurándome feliz vida eterna a pesar de mi incredulidad, porque el testimonio de vida es aval de salvación más allá de la preceptiva obligación de creer lo que niega la razón.

A cambio, yo le he manifestado mi alejamiento de su fe y el rechazo a los dogmas y doctrina que él predica, inoculada en mi infancia con leche materna y catecismo parvulario, que mantuve durante años como dulce quimera, pensando que alcanzaría feliz vida eterna sin saber que tal presea era inalcanzable por inexistente, junto al espectáculo sobrenatural como adorno de una realidad incluyente de metáforas y consoladoras ilusiones en paraísos celestiales.

Pero ni el más incrédulo puede negar el valor espiritual, mérito cultural, relevancia antropológica, influencia social, alcance político, redentora esperanza y magnitud filosófica de las diferentes doctrinas en las que confían los humanos que en ellas han depositado su fe.

“Y si todo lo que te niegas a creer fuese cierto, Paco, y más allá de la vida te encontraras con Él, ¿que pasará?”, me preguntó mi querido Ángel, y la respondí parafraseando a Bertrand Russell: “Pues le saludaría cordialmente, recriminándole que no me hubiera dado suficientes pruebas y me obligara a creer cosas que la razón otorgada por Él rechaza”.

Lo importante de nuestra fructífera y larga amistad es el incuestionable afecto que nos guardamos y el respeto mutuo, porque su credulidad es tan sincera como mi descreimiento, y su fe tan comprometida con el mundo como mi lucha por valores eternos que perdurarán más allá de esta efímera vida, por lo que merece la pena toda desgarradura fraternal.

EL PAPA BUENO

EL PAPA BUENO

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La devoción mariana de la Nossa Senhora me recuerda que hace ya cuarenta y un años el sottomontesino Angelo Giuseppe Roncalli murió de cáncer de estómago con 81 años, en una habitación del Palacio Vaticano, firmando a voluntad propia su sentencia de muerte negándose a pasar por el quirófano. Y el pasado 27 de abril subió a los altares San Juan XXIII, tras dispensarle el papa Francisco del segundo milagro.

Bien merece el “Papa bueno” por su docilidad de espíritu esa distinción, siendo sus “florecillas” un testimonio evangélico ejemplar, de verdad incuestionable y cumplimiento del mensaje divino, hecho realidad en el compromiso de este hombre santo con los desfavorecidos, en tiempos de descreencia y escaso cumplimiento de la palabra de Dios por parte de muchos creyentes y buena parte de la jerarquía católica.

Un papa de tránsito para los cardenales que pusieron su nombre con indiferencia en la papeleta electoral, resultó ser el más joven revolucionario doctrinal de la Iglesia con setenta y siete años, que puso patas arriba las formalidades litúrgicas mantenidas desde el Concilio de Trento, con las fuerzas de un anciano que no podía mirar demasiado lejos en el tiempo, pero que fue capaz de llevar a cabo el aggiornamento que necesitaba la estructura eclesial anquilosada.

El descreimiento no me impide amar en el recuerdo a este hombre bueno, entregado generosamente a todos los ciudadanos sin demandar pedigrí de fe, nacionalidad o ideología. Abrazo con fuerza a este hijo de aparceros, por su honradez moral, dignidad humana y valentía personal en exigir la paz, pidiendo el cese inmediato de la carrera de armamentos, la prohibición de armas atómicas y el desarme total.

VICENTE FERRER

VICENTE FERRER

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Existen pocos ejemplos en la historia universal más ilustrativos de personas que aman a los demás incondicionalmente y sin esperar nada a cambio, como el testimonio de vida ofrecido por Vicente Ferrer en sus 89 años de peregrinación por este valle de lágrimas, sin pensar en redenciones eternas.

Cuando este republicano formó parte de un pelotón de fusilamiento, disparó al cielo desobedeciendo la orden de buscar el pecho de los condenados, y dedicó su vida a luchar contra la hambruna, la desigualdad y la pobreza, sin mencionar a Dios.

Misionero laico que colgó los hábitos jesuíticos y renunció a la nacionalidad española para convertirse en un gurú blanco, adorado por miles de campesinos indios que pudieron beber agua de sus pozos, saciar el hambre y liberarse del analfabetismo, sin abandonar el hinduismo, budismo, yainismo o sijismo que practicaban.

Hoy cumpliría noventa y tres años este redentor de la pobreza, capaz de recriminar a Dios que hiciera las cosas tan mal, asegurando que él las habría hecho mejor, si hubiera tenido oportunidad de hacerlas.

PERRO POLICÍA

PERRO POLICÍA

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Que nadie interprete lo que no es, porque al decir “perro policía” no pretendo insultar a los policías llamándoles perros de presa, sino referirme a los perros que utiliza la policía para diferentes menesteres, entre los que se cuenta llevarlos a las manifestaciones populares para que muerdan a los ciudadanos que piden trabajo, pan y justicia.

Por otro lado, si el perro es el mejor amigo del hombre y vemos que en su jornada laboral se dedica a morder policías, ¿podemos concluir que los policías no son hombres? Pues no. Como tampoco pueden considerarse delincuentes merecedores de sanción a los vecinos que se manifiestan en la calle ejerciendo un derecho constitucional, o a los que pasean cerca de ellas o a los curiosos que cotillean desde las aceras.

La foto que encabeza este artículo es tan elocuente que apenas necesita explicación, pero sorprende ver a un perro policía dar ejemplo de insumisión para salvar sus convicciones, viéndole clavar sus colmillos en el cuerpo de los represores, en vez de seguir la orden de morder a los reprimidos.

Si una imagen vale más que mil palabras, la estampa gráfica de ese perro policía negándose a cumplir la misión para la cual fue adiestrado, es un testimonio ejemplar de algo que no tardará en suceder en la sociedad si los políticos no detienen la máquina exprimidora.

Ese humilde perro rebelándose contra las órdenes del “adiestrador” y atacando a un policía que cumple órdenes procedentes de algún despacho donde se despachan mandatos que no debían despacharse, puede ser el camino que sigan muchos ciudadanos desesperados.