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PERSONAS EN VENTA

PERSONAS EN VENTA

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Una vez más, los lectores de mi cuaderno de bitácora virtual donde voy dejando páginas del Itinerario de Vida que recorro cada día, llevan mis dedos sobre el teclado del ordenador para poner sobre la pantalla en blanco, el borrón negro de la compra-venta de personas esclavizadas en pleno siglo XXI, aunque los eufemismos disfracen tan detestable comercio de lo que no es, porque la carne humana no cotiza en el mercado de abastos.

Agradezco a Cristina el envío que me hace desde Nueva York, porque se trata de un documento firmado en 1792, de indudable valor histórico y testimonial, que ofrezco en su nombre a todos los lectores de este navegante epistolario, porque ilustra por sí solo la situación vigente que hoy se denuncia en esta casa de amigos, donde puede leerse:

 “Esta negra llamada María sin adición alguna, sabe lavar muy bien y planchar de liso, y cocinar al estilo de la tierra con todo aseo, se vende porque quiere casarse, y sus amos no son gustosos: en cuatrocientos pesos libres de escritura y Alcabala”.

Como podéis ver, el propietario de la esclava la pone en venta por un puñado de pesos, como si fuera estiércol para abono de las huertas argentinas, sin tener en cuenta que María era de su misma especie, tenías sus mismos derechos humanos, semejante anatomía funcional, idéntica sensibilidad al dolor, análogo deseo de libertad y equivalente amor a la vida.

Pero no creáis que es historia del pasado porque la venta de personas para explotarlas sexualmente, en trabajos forzados o para extirparle órganos, se mantiene vigente por contundente que sean la ley declarándolo delito de lesa humanidad, siendo la más repugnante esclavitud que mantenemos entre nosotros y el mayor ataque a la libertad y dignidad humana.

Un execrable negocio que mueve 32.000 millones de dólares al año, padecido por cuatro millones de personas, – la mayoría de ellas mujeres y niños -, que son captadas y transportadas a los lugares de explotación con amenazas y engaños, o simplemente raptadas con el uso de la fuerza aprovechando la vulnerabilidad de los afectados.

Los mercaderes de personas consideran que la esclava en cuestión tuvo más fortuna en su tiempo que algunos siervos actuales, según pudimos leer en un anuncio que circuló 2012 por las redes sociales, ofreciendo en venta un esclavo de 23 años ya castrado para evitar que violaras a las mujeres de la casa, porque la venta de personas se mantiene vigente como moderna esclavitud, para vergüenza de la raza humana.

VOTAR Y OPINAR

VOTAR Y OPINAR

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Votar en unas elecciones democráticas consiste en otorgar la confianza a un candidato presentado a representar al pueblo, es decir, expresar de forma secreta la preferencia de cada cual mediante una papeleta electoral introducida en la urna. Además, opinar, consiste en expresar el parecer personal sobre algo cuestionable, sin certera evidencia.

Por otro lado, voces sabias y democráticas aseguran sin vacilar que una grandeza democrática consiste en dar el mismo valor a cada uno de los votos emitidos por los ciudadanos, de manera que cada votante puede optar libremente por entregar su papeleta al candidato que prefiera. Dicho esto, vamos con el juego.

Si polemizan los políticos en campaña electoral, ¿por qué no vamos a discutir civilizadamente los ciudadanos sobre aspectos electorales dignos de reflexión? Abramos, pues, la polémica, con el único animo de animar el debate, agitando pilares democráticos y provocando réplicas intelectuales que nos enriquecerán a todos.

La democracia otorga  libertad de opinión a todos los ciudadanos para que cada uno diga lo que quiera sin ofender al prójimo, lo cual permite opinar a todos los vecinos, permitiéndome decir que el voto no es más que una opinión personal e intransferible, traducida en papeleta electoral que se introduce en una urna a través de una rendija, para decir de forma anónima quién debe ocupar el cargo político que se somete a votación, siendo emitido el veredicto de acuerdo con la opinión subjetiva del votante.

Hasta aquí todos conformes, pero demos paso a la polémica admitiendo que todos los votos tienen el mismo valor, pero negando que todas las opiniones valgan lo mismo y deban ser tenidas en cuenta de igual forma, ya que la inteligencia y el nivel de conocimientos de los opinadores determina el valor y mérito de los veredictos pronunciados sobre la cuestión objeto de consideración.

Vale que todos los ciudadanos tenemos derecho a opinar sobre lo que nos apetezca, pero no todas las opiniones tienen el mismo valor, ni deben ser tenidas en cuenta de igual forma, porque los conocimientos, la experiencia, el talento de las personas y su personalidad, determinan el valor de las opiniones y el respeto que merecen, aunque algunas no merezcan ningún respeto porque quienes lo merecen son las personas, no las opiniones, por mucho que aspiren a ser respetables.

Es decir, si aceptamos que el voto es una forma de opinar, y que las opiniones no tienen el mismo valor, es difícil aceptar que los votos otorgados por los diferentes ciudadanos valgan lo mismo, concluyendo que las elecciones democráticas son un fraude de imposible solución.

Queda abierto el debate y el desacuerdo. ¿Quién toma la palabra?

PRECAVEOS DE LOS CÍNICOS

PRECAVEOS DE LOS CÍNICOS

Unknown

Ingenuas y bondadosas personas siguen creyendo en idearios, palabras y promesas, sin percibir que son los hechos quienes acreditan la veracidad de las afirmaciones, pues el cuerpo no sigue a la sombra, sino al revés, como dice la palabra sagrada al afirmar que por sus obras se conocen a las personas, confirmando el refranero que “obras son amores y no buenas razones”.

Tal es el criterio que debemos seguir para distinguir a las personas sinceras de los tramposos; a los honrados políticos de los farsantes; a los amigos leales de los traidores; a los vecinos cabales de los impostores; a los colegas honestos de los estafadores; y a parientes legales de villanos.

Son las obras, los comportamientos y las actuaciones concretas de las personas quienes marcan la frontera entre el afecto y el desprecio, porque la deslumbrante apariencia de las grandes palabras y la verborrea, son la piel de cordero que oculta bajo de ella el lobo que los cínicos llevan dentro.

Hay que poner atención en las conductas y observar los hechos para distinguir la realidad de la apariencia, pues estamos rodeados de encantadores de serpientes que nos embaucan antes del mordisco, de abrazafarolas que se prodigan en falsos afectos antes de la traición y de charlatanes que nos seducen con cantos de sirenas antes de darnos un zarpazo.

APRECIO DE LO AUSENTE

APRECIO DE LO AUSENTE

Unknown

El aprecio de lo ausente y el desprecio a lo presente es una actitud humana universal muy generalizada, que afecta al comportamiento de ciertas personas en todas las latitudes, sin distinción de edad, sexo, cultura, riqueza o poder.

Estos seres aprecian la salud cuando la enfermedad llama a la puerta, por pequeña que sea la dolencia que los postra, aumentando proporcionalmente el aprecio al bienestar perdido cuanto mayor sea el malestar que afecta su salud.

Valoran la importancia del aire cuando éste les falta y su ausencia ahoga los pulmones, pero no lo tienen en cuenta en ninguna de las treinta mil inspiraciones que hacen cada día para sobrevivir gracias a él.

Tienen en cuenta el agua cuando la sed les reseca la lengua y la ausencia de manantiales predice la tragedia, pero hacen rutina inapreciable abrir el grifo doméstico para beber el líquido elemento ante la más leve llamada de la sed.

El cotidiano plato de comida en la mesa, pasa desapercibido para ellos por la usanza, y cobra su verdadera dimensión de subsistencia cuando les falta el pan de cada día y el hambre lleva sus pasos a los contenedores de basura y comedores sociales.

Sus quejas por las dificultades inherentes al trabajo diario, se transforman en lágrimas de impotencia y dolor en la cola del paro cuando el mercado laboral les cierra sus puertas y las ofertas de trabajo son quimeras sin futuro.

La costumbre al cariño familiar, a la palabra amable, al consejo oportuno, a la compañía diaria, a la lealtad incondicional y a la ayuda generosa, comienzan a valorarlo con devoción frustrada y fervoroso anhelo, a la vuelta del cementerio cuando abandonan entre los muertos a la persona amada.

Tenedlo en cuenta amigos, porque tras la despedida final de nada sirve salir con Marcel Proust de la mano en busca del tiempo perdido, ni se encuentra consuelo en el arrepentimiento por no haber hecho en la vida todo aquello que hubiera contribuido a la felicidad del difunto.

SÓLO ME INTERESAN LAS PERSONAS

SÓLO ME INTERESAN LAS PERSONAS

Entre todas las opciones posibles para justificar ciertas opiniones ajenas sobre pensares y sentires del patrón de esta bitácora, cobran ventaja dos de ellas sobre las demás: o tengo malas explicaderas o algunos de los que se acercan a estas páginas tienen lesionadas las entendederas.

Ayer tuve que repetir lo que ya he dicho muchas veces, y hoy proclamo una vez más: sólo mantengo la confianza en personas concretas, que tienen nombres y apellidos bien definidos. Seres humanos con huellas digitales específicas, identificado el rostro, gestos propios, personalidad única y comportamiento ejemplar.

Mis filias y fobias de antaño, mis viejos compromisos militantes y mi fe en las organizaciones humanas, se han diluido en experiencias y desengaños, es decir, que  mis simpatías colectivas y afiliaciones grupales, han pasado a mejor vida.

No creo en programas electorales, ni en los partidos políticos, – sean del signo que sean -, ni en sus dirigentes, porque he conocido sinvergüenzas en todos los bandos, interesadas adhesiones, cobardes silencios y detestables actitudes. Tampoco espero nada de las organizaciones sindicales, por mucho que sus siglas se acerquen a mi vocación social. Ni confío en organizaciones benéficas o corporaciones pretendidamente altruistas.

Sabed que no me preocupa, ni me inquieta, ni me separa de las personas la ideología política o religiosa que profesen, sino sus comportamientos reales y actitudes manifiestas. Envidio las virtudes de quienes las tienen, intento seguir el ejemplo de las personas ejemplares, trato de imitar la solidaridad de los vecinos solidarios, comparto con los amigos su lucha por la igualdad, participo de su empeño por defender al débil, hago mío su compromiso con la justicia y desprecio asqueado con ellos a los estafadores, corruptos, politiqueros y especuladores.

Todavía mantengo intactos mis principios de juventud y todos los ideales que han movilizado mi espíritu a lo largo de la vida. Bueno, todos, no. Un buen día abandoné las pilas bautismales, porque la experiencia y la razón me impidieron sumergirme en ellas, pero disfruto de buenos amigos clérigos y seglares de diferentes creencias.

SALVEMOS LAS PERSONAS, NO EL EURO

SALVEMOS LAS PERSONAS, NO EL EURO

La manipulación informativa y mental de quienes gobiernan el mundo, que son casualmente los responsables de la crisis que padecemos todos menos ellos, nos están tratando de convencer de la importancia vital de salvar el euro. Su euro, claro, en el que a todos nos metieron.

Mal futuro nos espera si la ocupación prioritaria de los mandamases se dirige a salvar el euro, cuando debían primarse los esfuerzos en la redención de las persona por encima de cualquier otro proyecto salvador, por mucho que nos envuelvan la doctrina salvadora en papel de celofán con un hipócrita lacito.

Los medios de comunicación están empeñados en crear opinión, pero no una opinión crítica y divergente, no. Están empeñados en inocular su opinión en nuestras mentes, para hacernos creer y decir lo que nunca admitiríamos ni diríamos si tuviéramos verdadera libertad de pensamiento y opinión.

Es una inexplicable locura colectiva que nos lleva a aceptar como bueno aquello que repudiamos con íntimo sentimiento, sin que la medicina sociológica encuentre tratamiento adecuado, porque también ella camina tras el farol que alumbra el camino hacia la ruina que nos espera.